Capullo

>> martes, 8 de diciembre de 2009

Lo siento.

Lo siento por ser un capullo.

Lo siento por no ser perfecto.

Lo siento, mundo, por no ser como los demás. Por no saber hablar retóricamente de la vida, ni del amor. Por desconoer la forma de sacar extractos cojonudos de algún libro que nadie ha leído. Por no saber poner una canción "perfecta" a una imagen.

Lo siento por no ser ese héroe, ese galante guapo e increíble al que a todas vuelve locas. Cómo lamento haberme perdido esa clase de "perfeccionismo liberal".

Lo siento si todo me importa una mierda, a dónde se esté yendo el país, o a qué nos conlleva esta política. Y qué si admito que solo busco mi bienestar. El ser humano lleva siendo un ególatra desde tiempos inmemoriables; ahora está de moda desechar el egocentrismo. Y luego nos quejamos de que alguien nos ha jodido.

Lo siento si me importa un cojón quién ha muerto, qué hizo y con quién estuvo casado. ¿Para qué buscarle un doble sentido a las canciones? Solo tienen sentido para sus creadores, al igual que los escritos: solo los entenderá el escritor.

Lo siento por no saber dejar de lado a mis colegas y fingir que todo sigue igual.

Lo siento por no tener una pareja y centrarme solo en ella, y olvidarme de lo demás.

Lo siento por sentirlo tanto, cuando en realidad me importa un pimiento. Tachar a la humanidad de hipócritas está mal visto, y me llamarán hipócrita a mí. Pero da igual, si yo os llamo hipócritas es porque lo soy también.

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La Vida es Bella

>> lunes, 6 de julio de 2009

¡Buenos días, princesa!
¡He soñado TODA la noche contigo!
Íbamos al cine y tú llevabas ese vestido rosa que me gusta tanto
¡Sólo pienso en ti, princesa!
¡Pienso SIEMPRE en ti!

Y ahora:

¡Mamá!
¡Papá me lleva en carretilla, pero lo hace fatal!
¡Me hace partir de risa, jaja!
Vamos los primeros
¿Cuántos puntos tenemos hoy, papá?

Corre, vamos, ¡que vienen los malos que gritan!

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El Rey del Sol

>> viernes, 3 de julio de 2009

No me digas que me estoy muriendo, porque no quiero saberlo.

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Sonriendo a marchas forzadas

>> miércoles, 24 de junio de 2009

Querido mundo:

No sé a quién acudir, a las 5 de la mañana no hay nadie con quien hablar... Oh, mundo, he hecho daño a una persona. Está dolida y he sido yo su causa.

He tenido un rollete durante 1 mes y medio, aunque para ella era noviazgo, porque se había enamorado. La seguí el rollo, dejé que cogiera confianza, pero los hechos de mi vida estos últimos 2 días han conseguido que me replantee todos mis sentimientos, sean de odio, miedo o de... amor. La he dejado. He sentido cómo he roto su corazón, cuánto le ha dolido que yo le dijera esas palabras y no he sentido nada. Yo nunca he querido hacerle daño a nadie, pero a ella se lo he hecho. Ay, mundo, sé que no debería, pero me siento como un monstruo.

Hoy he sido muy auto-destructivo, no he sabido qué hacer. Pero creo que mi capacidad de analizar todo en frío me ha ayudado mucho... Ojalá sea algo transitorio y dentro de 1 semana esté riendo de nuevo, porque si sigo por este camino de auto-destrucción en 1 semana mi vida estará al revés...

Ay, mundo, no me reconozco, yo no soy así. Yo soy feliz, sonriente, alegre. Lucho para que los demás se sientan igual de felices y vivarachos que yo. ¿Habré explotado, mundo? ¿Tenía tantos sentimientos y emociones restringidos que he explotado y ya no me queda nada? Nunca me ha pasado esto, no sé reaccionar.

Pardiez, mundo, hazme no perder la cabeza.

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Sonríe, corazón muerto

>> martes, 23 de junio de 2009

Hoy he visto morir a una mujer en la calle. La ha atropellado un coche, un smart, uno de esos gilipollas que salen a 120 de la rotonda y no miran; soy peatón asiduo de Madrid. Había mucha sangre, y ella no se ha movido; inmóvil. Su acompañante, puede que fuera su hija, ha gritado y se ha desmayado. Los de la clínica privada de al lado han salido y le han tomado el pulso. “Muerta”, han dicho, y así ha empezado el desfile de la mitad de los servicios policiales y médicos de Boadilla: aquí nunca pasa esto. Tardaron 10 minutos en tapar su cadáver con alguna clase de manta, y así ha permanecido, tirada en el suelo y reventando corazones a los paseantes mañaneros; ¿eras tú una de ellos?

Samara estaba muy afligida, a punto de llorar. Traía felicidad por haber aprobado todo y su cara cuajaba descontrol de emociones, como la de los demás transeúntes. Suspiraban y se lamentaban, y agitaban sus cabezas en señal de desaprobación. Todos han parecido perder un cachito de ellos mismos, como desvirgándose al ver un cadáver; este era mi segundo, por desgracia. Todos se han lamentado y se han sentido compungidos por tal acto, pero yo no.

Me he sentido vacío, normal, como si nada hubiera pasado. Puede que fuera una desconocida, pero, ¿por qué los demás si han sentido apatía por ella? Podía mirarle a la cara, y observar su charco de sangre, ver cómo nadie conseguía articular palabra alguna mientras yo podía hacerme eco de algarabía. Su muerte no me ha importado para nada, y ya me pasó hace poco con un amigo que murió. Nada. Es como si algún hacker me hubiera borrado cachos de mi concepto base y ya no pudiera sentir nada.

No lamento las muertes, me dan igual. Pero, ¿quiero de verdad a la gente que digo querer? ¿Me engaño a mí mismo? Me han dicho que mi no-reacción se debía a un shock, no aceptación del hecho, pero no siento eso. Sé cómo es un shock. Empujé a mi mejor amigo a la carretera y murió delante mío, mi novia se suicidó cuando tenía 14 años y varios de los amigos que marcaron mi infancia están en una tumba. Lloré amargamente aquellas veces, sentí dolor. Una lanza en mi pecho, apisonadoras sobre mis pulmones y esas ganas de buscar dentro de tí lo que no vas a encontrar; desesperación por encontrarlo.

Hace poco descubrí que podía racionalizarlo todo, en mi cabeza descubrí que que me entendía a mí mismo y todo el entorno que me rodeaba. He intentado mejorarme en base a ello, y ayudar a los demás. Pero llegó la enfermedad. Dolores de cabeza, dolores de ojos, mareo, náuseas, sangrar por la nariz, vomitar sangre. He temido por un tumor cerebral, y no lo descartaron hasta hace 1 semana, que cesó medianamente mi malestar, pero no descartan daños cerebrales.

A lo mejor estoy muerto y esto que escribo, lo que pienso, las acciones que dictamina mi inconsciente, son efectos secundarios de un tumor cerebral que me ha destruido por dentro. No me importa esa gente que muere, al menos ahora. Podría morirse mi hermano y yo no sentiría nada... Qué elocuencia la mía, asustado por si ya no tengo sentimientos. ¿Y si todos somos así en realidad y solo fingimos sin ser conscientes? ¿Si yo muriera lo lamentaría alguien verdaderamente? ¿O quizás el monstruo soy yo que no siento nada?

Tengo miedo de plantearme el probarme a mí mismo, para saber cómo de lejos llega mi desatino por la vida. ¿Me convertiría en uno de esos asesinos despiadados que retrata Hollywood en sus filmes? Me odio. A lo mejor se me está pudriendo el cerebro, o lo tengo puesto del revés. ¿Qué he hecho para merecer todo el mal? Nací muriéndome, viví viendo morir a los que amaba, ¿y voy a morir sufriendo? He luchado por mí y por todos los demás sin esperar nada a cambio, no busco un dios, busco un maldito matojo de tréboles que me den suerte y tranquilidad.

Me gusta mi vida y lucho por ella todos los días. Joder, si tienes huevos a quitarme de en medio, al menos dale una vida cojonuda a los que quiero; o creo querer.

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Insomnio

>> domingo, 21 de junio de 2009

Tú y yo, insomnio, hemos vivido muchas aventuras. He aprendido a ser paciente, a esperar por el sueño que no ha llegado hasta días después. He perdido el tren 1000 veces, pero no se compara a perder las 4, las 5 o las 6 de la mañana; te odio y te amo, insomnio.

Y me da rabia ver cómo los mails que leo cada mañana, a los que estoy suscrito, llegan cuando estoy despierto. Me he destripado una leyenda, la leyenda en la que nunca ves llegar los mails de suscripción matutina, y ni siquiera William Blake, en mi proverbio diario, consigue dormirme:

El pájaro tiene su nido, la araña su tela, el hombre la amistad.


¿Y qué hago yo? Colecciono horas. Cuento horas. Vivo horas. Me escapo, huyo de mi fraternidad, de mi vida, de mis amigos y de mi enfermedad; averiguo cómo funciona mi vida.

Veo a mis amigos extranjeros despertarse, comer, cenar y dormirse, mientras yo les contesto a sus fulgurantes preguntas:

"Aquí son las 4 de la mañana".

"No, hoy tampoco duermo".

"Qué va, tío, a estas horas no tengo Wi·Fi para jugar al Pokémon".

"Duerme, duerme, que dormir es para débiles".

Sé que podría escribir novelas, poesias. Podría conquistar el mundo, ser presidente. Me hubiera sacado hace tiempo más de una carrera, sería inteligente; no, espera, se supone que eso ya lo soy.

Prefiero quedarme embobado, distraído, perdido en la soledad del insomnio; paseos por los 2m de largo que tiene mi habitación.

Pero, qué más dará, estoy en el puente de las 4 y las 5, las 4 y 30 de la madrugada, y sé que nunca nadie leerá esto.

¡Ay, ay, insomnio! ¡Cuánto te aborrezco pero cuánto te necesito a la vez!

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